92 (Adolfo R. Gorosito, enero 2016) – No se trata de una crónica sino de simple comentario en torno a un triste suceso muy reciente ocurrido en Pinamar, resultando víctima fatal un niño de 12 años de edad, al volcar y caerle encima el cuatrrciclo que conducía entre las dunas. Al paso de los días se multiplican los comentarios, centrando las opiniones en la responsabilidad de los padres en cuanto a lo que los menores de edad pueden intentar sin experiencia suficiente. Doce años y conduciendo un cuatriciclo de 800 cc. y 350 kilos de peso, un verdadero tractor en su estructura y tamaño. Se supone que el niño habría aprendido a conducir el auto familiar, caso incorrecto pero de riesgo que puede controlarse. Pero esas máquinas capaces de ascender médanos empinados a partir de su extraordinario poder mecánico son otra cosa. No nos detengamos en este doloroso hecho y vayamos a otras consideraciones basádas en los comentarios de allegados a la familia y de testigos circunstanciales, registrados por las autoridades y reflejados en los medios periodísticos. Según los guardavidas de Pinamar en el verano anterior ocurrieron 200 accidentes por la indebida circulación de cuatriciclos en ese paisaje tan pintoresco, que puede ser peligroso como en cualquier otro sitio costero similar. Según versión periodística solamente hay controles en el acceso y al momento de salida. Nada más durante la permanencia de los aventureros a pie o en cuatriciclo. Desde nuestro lugar mediterráneo, a 140 kilómetros de los balnearios más cercanos, no debemos sentirnos totalmente ajenos o quizás indiferentes. En nuestro pueblo solemos ver cuatriciclos sin el imprescindible equipamiento lumínico, circulando por las calles del ejido urbano, conducidos por jóvenes – muy jóvenes – sin casco protector y sin atender a otros requisitos que están plenamente vigentes en el tránsito vehicular. Es conveniente revisar el alcance de la responsabilidad familiar. A nadie escapa que un cuartriciclo en la playa es objeto de atracción, novedoso, apasionante. Pero es vehículo motorizado que tiene poder suficiente para intentar hazañas deportivas al estilo de los hermanos Petronelli… ¡o caer en el drama más cruento!