62 (Adolfo R. Gorosito, abril 2021) – Comienzo la nota de hoy a la que corresponde el número el número 473, expresando que sigo atentamente la alternativas de la epidemia que nos acongoja, pero también es necesario referirnos a otros temas de interés general. – “Los ideales de eterna belleza y de juventud perseguidos por la cultura de consumo dejan poco espacio para la aceptación de las distintas etapas de la vida. En definición amplia solidaridad es hacer o tener causa común con otros. Tener capacidad de unirse con un objetivo común. Es adherir a una razón, un apoyo comprometido que implica a otros y nace para superar situaciones difíciles. Los proyectos solidarios son evidentes frente a la urgencia: una inundación, un terremoto, una epidemia. Se acciona para hechos del presente, pero también se puede tener un fin solidario que nos trascienda, que llegue a generaciones futuras. Claro ejemplo de solidaridad es el relacionado con el ambiente, cuidar el planeta para los habitantes actuales y para los que vengan”. En atención a la preocupación que nos provoca la epidemia, podemos decir que la solidaridad adquiere un valor extraordinario y demuestra su condición de valor moral, ingrediente esencial de nuestra personalidad. Constituye un sólido testimonio de nuestra participación comunitaria. ¿La solidaridad se demuestra solamente en casos de catástrofe o emergencia? Seguramente no. También es bueno sentir una mano amiga en el hombro o recibir la palabra estimulante ante un emprendimiento positivo, y en este caso el concepto logra otro significado vital no menos importante.