58 (Adolfo R. Gorosito – Reiteración de una nota publicada en esta columna en septiembre 2013) – Un joven exhibía una serie de dibujos a lápiz. Cada dibujo mostraba la figura de Jesús en la versión más conocida: cabellos largos, cerrada barba, ojos claros, gesto afable. Pero a diferencia de esa imagen generalizada que la humanidad conoce tanto, en esos dibujos Jesús mostraba franca sonrisa. En muy pocas oportunidades se puede apreciar ese gesto conciliador y estimulante que es la sonrisa, en el relato tradicional de su vida, prédica y sacrificio por la Humanidad. Pero sonreír es hermosamente humano Sería maravilloso tener acceso a los sentimientos de Jesús. Como fue el caso de su enojo al encontrar a fariseos ejerciendo el comercio en el templo, y los echó con toda firmeza. Falta ese aspecto en la iconografía cristiana. En algunas oportunidades la sonrisa habrá jugado en su rostro como vía de comunicación con sus seguidores. Jesús seguramente ha sonreído al encontrarse con los niños, y al advertir: “Dejad que los niños vengan a mí”.. Sonreirá cuando oramos, porque la oración nos vincula con planos superiores y nos proyecta a un más allá que todos anhelamos ¡La sonrisa de Jesús! La sonrisa es un don que debe aprovecharse como modo de acercamiento, confianza, afecto y paz, actitud que contrasta con el mundo plagado de inseguridad no solamente en lo material sino también en lo moral, acentuando la tragedia contemporánea que apuramos sin sentido. El joven de Florida, autor de los dibujos de Jesús sonriente, no sabe cuán lejos llega con su trabajo estético y espiritualizado.