23 (Adolfo R. Gorosito, abril 2018) – En la mañana del jueves 5 concurrieron muchos vecinos a la sucursal del Banco Provincia. Compartí comentarios con varias personas vinculadas o compañeros eventuales de la larga fila de espera. Era evidente el mal humor generalizado, pero ciertamente correcto el comportamiento de todos, respetando las causas de la protesta gremial. En ese ambiente vecinal supimos de situaciones muy difíciles, sobre todo de personas a quienes les resulta difícil concurrir por problema físicos, de trabajo o de otras obligaciones rutinarias o eventuales. Se conversaba sobre la situación del país, los casos de corrupción en diversos niveles. La impunidad, la inseguridad y los efectos de la inflación acaparaban todas las opiniones. A la sombra de tantas noticias sobre atropellos, deshonestidad, contradicciones, indiferencia, disconformidad y otros ingredientes similares, alguien a nuestro lado dijo por lo bajo: – “Nos estamos peleando entre argentinos sin solución de continuidad y esto es muy triste”. Otro vecino aportó su pensamiento: – “Es cierto, como es cierto lo de la grieta que separa a grandes sectores de la población. Además dudamos en decir lo que pensamos, porque hasta la confianza en el prójimo se está perdiendo”. De inmediato recordamos situaciones similares en el pasado argentino. Mientras regresaba a mi barrio seguí pensando en estos y otros comentarios. Imaginé que era como asistir a una cosecha de opiniones, en general motivadas por el desconcierto. Rondaba en mi mente aquella frase “Nos estamos peleando entre argentinos…”, reflectora de una realidad que nos duele a muchos pero no vislumbramos un tiempo de acercamiento y producción en paz, de esperanza en un futuro cercano y en la gestión de nuestras instituciones basadas en la Justicia, un tiempo en el que ver la bandera nacional o entonar el Himno nos permitan recuperar su tradicional significado.