42 (Adolfo R. Gorosito, 2018) -. En reciente encuentro un estimado vecino contó de esta manera: – “Acompañé a un amigo consignatario de hacienda hasta una estancia del partido Coronel Dorrego. Cuando llegamos no estaban el encargado ni el resto del personal. Mi amigo se conectó por celular con el propietario, quien le explicó cómo llegar al lote donde estaban teneros y vaquillonas a revisar. Me cedió el manejo de la camioneta y se ocupó de filmar a los animales, enseguida pasó lo filmado a la central de la empresa que representa. Desde la central pasaron el mismo material al interesado en comprar los animales, quien se encontraba en cercanías de Laprida. El hombre dio su okey y al instante retornó la respuesta por celular a mi amigo consignatario. Antes de de llegar a la ruta y emprender el viaje de regreso la compra de terneros y vaquillona estaba concretada”. Lo narrado es un ejemplo de la posibilidad de comunicación con los celulares, protagonistas de una evolución tecnológica que no se detiene. Cada día aparecen nuevas técnicas siguiendo el hilo conductor de la evolución. El buen uso de estas maravillas tecnológicas puede ayudar a mejorar las condiciones de vida, y otros quedan relegados, lamentablemente. El amigo consignatario puso como ejemplo su experiencia personal en este tema: – “Hasta hace pocos años era imposible este trámite tan rápido, sencillo y a la vez provechoso. Concurrir al campo donde estaba la hacienda a revisar era mucho más difícil. Se carecía de este elemento formidable de comunicación que es el celular. Había que regresar con la apreciación de lo visto y transmitirlo. La comunicación con el presunto interesado en comprar también se complicaba, sumándose los gastos operativos. Los adelantos sorprenden a quienes participamos de este movimiento, que significa una serie de cambios muy importantes en las costumbres de vida y desenvolvimiento rural”.