32 (Adolfo R. Gorosito, julio 2018) – Estamos celebrando el aniversario número 202 desde la Independencia Nacional, superando el secular sometimiento a la monarquía española. Y se necesitó mucho más que la ratificación de Independencia Nacional desde Tucumán, en 1816. Mientras seguimos discurriendo sobre nuestros derechos a participar del movimiento comercial en el plano internacional, aparecen motivos de discusión. Cuando al finalizar nuestro Himno Nacional exclamamos “¡O juremos con gloria morir!”… muchos lo interpretan como un formulismo a olvidar apenas finalizada la entonación de la canción patriótica. Ya eran argentinos los hombres y mujeres que vivieron, trabajaron y murieron por la Patria que no llegaba, pese al largo tramo entre la fundación de Buenos Aires por Juan Pedro de Mendoza (1533) y el grito de LIBERTAD frente al Cabildo (1810). Fernando VII había retornado al ejercicio pleno de su poder, e impartido órdenes para recuperar su dominio en las Provincias Unidas de Sudamérica. Los ejércitos reales ya estaban en movimiento. Pese a las transformaciones políticas y geográficas desde el Alto Perú hacia el sur y a los problemas de enajenamiento territorial en nuestra inmensa Patagonia, es el mismo territorio que recorrieron nuestros heroicos ejércitos del siglo XVIII ¿A qué vienen estas consideraciones tan solemnes?… Sería bueno adherir a la revisión histórica equitativa y no sensacionalista, y pensar por qué los argentinos seguimos tomando distancias entre nosotros, como eso que ahora se le llama “grieta”, y que tanto mal le hace al espíritu nacional después de los 202 años recorridos desde la proclamación de la INDEPENDENCIA.