119 El próximo 2 de noviembre, Día de Todos los Muertos, es un momento especial para recordar a quienes ya no están con nosotros. Muchos descansan en el cementerio de Adolfo Gonzales Chaves, mientras otros permanecen vivos en nuestros corazones. En esta fecha, nos gustaría detenernos un instante para reconocer a alguien que, en silencio, ha dejado huella en este lugar de recuerdos: Marcela Lelu. Desde el 1 de enero de 2021, Marcela ha sido el alma del cementerio como encargada de planta, un rol que asume sin cargos políticos, pero con una entrega absoluta. No es fácil trabajar en un sitio que, para muchos, es símbolo de despedida y nostalgia, pero Marcela lo hace con un amor y respeto que conmueve. Lo extraordinario de Marcela es que no necesita un cuaderno para recordar la ubicación de las sepulturas; lleva cada recuerdo en su memoria. Cuando alguien busca a un ser querido, ella no solo señala un camino, sino que camina junto a ellos, guiándolos hasta el lugar con una calidez humana que solo alguien especial puede ofrecer. El cementerio, bajo su cuidado, presenta un estado impecable. El pasto está corto y limpio, y se han implementado nuevas cartelerías de ubicación que facilitan la visita de quienes vienen a rendir homenaje a sus seres queridos. Estos detalles reflejan no solo el compromiso de Marcela, sino también el esfuerzo colectivo del equipo que trabaja junto a ella. Las imágenes muestran cómo, día a día, el equipo liderado por Marcela mantiene el cementerio en óptimo estado. Los jóvenes que la acompañan en las tareas de cuidado y respeto hacia el lugar también se nutren de su ejemplo. Cada cortejo fúnebre que ingresa es recibido con su presencia, siempre firme, siempre cercana. Marcela tiene un sueño antes de su jubilación, prevista para febrero de 2025: lograr la construcción de nuevos nichos, un osario y un Cristo renovado para embellecer aún más este espacio de descanso eterno. No escribimos estas líneas solo para destacar su labor; lo hacemos para honrar el compromiso de alguien que, en cada gesto y cada paso, demuestra que, cuando uno pone el corazón en su tarea, el legado se convierte en un acto de amor y dedicación. Esta es nuestra forma de decir “gracias” a Marcela y de valorar la importancia de quienes, con humildad y cariño, hacen de su trabajo un servicio genuino a la comunidad.