En este Día del Amigo, un grupo de amigas que viene compartiendo la vida desde hace más de 20 años (¡y algunas desde que la escoba era el medio de transporte oficial!) decidió celebrar de una manera muy especial: con risas, recuerdos, promesas… ¡y hasta anillos de compromiso!
Sí, como leés. En esta reunión no hubo alianzas románticas, pero sí un símbolo que vale igual o más: cada una recibió un anillo como compromiso de amistad eterna. Porque la verdadera amistad, esa que resiste el paso del tiempo, las discusiones por política, las modas y las dietas, merece ser celebrada con algo más que un brindis: merece ser sellada con un gesto que diga “en las buenas y en las malas, como siempre estuvimos”.
Algunas faltaron, claro. Pero no porque se hayan olvidado. No. Lo que pasó es que conocieron un silbato y se enamoraron. Así, tal cual. Se enamoraron, se fueron, y prometieron volver… algún día. Nosotras creemos que cuando se les pase el efecto del silbato.
Entre mates, anécdotas que no pueden ser contadas en público (por respeto a la ley y al qué dirán), y otras que sí, recordamos cómo empezó esta historia. Más de 27 años de compañerismo, encuentros, abrazos espontáneos en la calle, y esa frase mágica que todas decimos con una sonrisa: “¿Cuándo nos juntamos de nuevo?”
Definir la amistad en una palabra fue difícil. Se dijeron muchas: lealtad, amor, empatía, unión. Y todas valen. Porque esta amistad está hecha de eso: de sentirse bien con las otras, de saber que hay un lugar donde siempre vas a ser bienvenida, aunque llegues tarde o sin postre.
Este grupo es compacto. Cerrado. No admite filtraciones. Las que se van, vuelven. Y si no vuelven, las traemos. Porque una amistad como esta no se deja así nomás.
A quienes nos pidieron que compartiéramos esto, gracias por empujarnos a poner en palabras algo tan profundo. Y a todos los que tienen la suerte de tener una amiga o un amigo de verdad, abrácenlo fuerte hoy.
¡Feliz Día del Amigo!
Y recuerden: el silbato puede sonar fuerte… pero una amiga verdadera grita más.
LA FOTO: Postales de una amistad con más quilates que los anillos de compromiso
Cuatro mujeres, cuatro historias, y una sola mesa… ¡repleta de empanadas, gaseosas y mucha actitud!
A la izquierda, la que sonríe con cara de “acá no se habla de política, pero si querés debatir sobre empanadas, estoy lista”.
A su lado, la que abraza la botella como si fuera el trofeo de una vida entera de reuniones. No sabemos si es vino o Fernet, pero con esa mirada… claramente hay historias.
Al fondo, la señora del “Brio” (porque Coca es para los millennials). Cara de póker, pero se nota que es la que organiza, lidera y si hay que silenciar a alguien, lo hace con elegancia.
Y a la derecha, la que se ríe bajito, pero tiene los secretos de todas. Esa risa no es inocente: sabe algo de cada una… y lo guarda para el momento justo.
La mesa dice todo: más comida que en un cumpleaños de 15, vasos servidos con precisión quirúrgica, pan para acompañar las charlas profundas y servilletas listas por si se escapa alguna lágrima de risa (o de emoción).
Y como si fuera poco, esta escena ocurre en un rincón bien de abuela moderna: libros apilados, cuadros salvajes y un rollo de cocina que es más protagonista que la botella.
Las que faltaron… bueno, como ya dijimos antes, se enamoraron de un silbato y no volvieron. Pero se sabe: todo lo que se va con un silbato… vuelve cuando se le pasa la fiebre.
Ah, y atención: no está en la foto “La Tota” (o Susana, para los íntimos), la fotógrafa oficial del escuadrón. Se ve que andaba peleando con la cámara o negociando la última empanada. Pero tranqui, que sin ella no hay foto que valga.
Así se celebra la amistad verdadera: con empanadas, con brindis, con anécdotas que no entran en un posteo… y con esa mirada cómplice que dice:
“¡Gracias por estar siempre, vieja loca!”
¡Feliz Día del Amigo para este escuadrón de amigas blindadas por el cariño y el buen humor! 🥂💛