73 (Adolfo R. Gorosito, 2016) – “¡La patria se hizo de a caballo!”, y así lo confirmaron los protagonistas de duros episodios de la emancipación. Así viajaban los anónimos chasquis que arriesgaban sus vidas portando mensajes en las inmensas regiones sin caminos. Así viajaban también los gobernantes, funcionarios, legisladores, administradores, caudillos, estancieros… ¡y nuestros ejércitos! La historia nos cuenta sobre la importancia del caballo, pero no todos miden la relación necesaria para medir la magnitud de aquellas hazañas. Por ejemplo el cruce de los Andes, conducido por el General José de San Martín para concretar liberación de Chile y después Perú. ¡El caballo, siempre el caballo como elemento indispensable para los históricos encontronazos con los ejércitos realistas! Las nuevas generaciones conocen muy poco de todo aquello, aparte de lo que leen u observan, o de lo que puedan aportar como afición, deporte o competencia las instituciones tradicionalistas, los clubes hípicos, el turf, etcétera. La cabalgata fue medio indispensable en tiempos de repetidas guerras..También es oportunidad de placer. Florencia Diez, escritora y criadora de caballos ‘peruano-argentinos’, Refiriéndose a esta raza explicó así: – “El caballo de paso constituye sin duda el animal preferido para el trabajo rural, especialmente para recorrer los campos cultivados, por su rusticidad, fortaleza y adaptabilidad a cualquier región, pampeana o montañosa, por su andar al paso a cuatro tiempos, a los que podemos describir como casi musicales por el compás que marcan sus golpes contra el suelo, que hacen percibir al jinete la sensación de estar cómodamente sentado sobre un animal que transmite simultáneamente vigor y suavidad de movimientos”. La raza peruano-argentino se inició con la llegada al Perú de caballos andaluces y berberiscos, traídos por los españoles. Mucho después caballos peruanos llegaron a tierras salteñas y se mezclaron con otras razas. El peruano-argentino perdió su original prestancia y su paso definido. El Dr. René Diez Barrantes, hombre con pasión y recursos pudo emprender la dura tarea de selección, refinamiento y recuperación de la raza, contribuyendo eficazmente a que el caballo peruano-argentino volviese a ser lo que era.