(Adolfo R. Gorosito, mayo 2025) – En los años más recientes no nos visitábamos, seguramente por idénticas causas, entre ellas las limitaciones físicas. Pero sabíamos que esa llama vinculante y digna estaba con nosotros. El afecto era mutuo entre Osvaldo Ernesto Furlani y yo. Falleció el 30 de abril, vísperas del Día del Trabajador, y fue un representante digno desde ese modesto escalón de la escala dinámica social.
Se convirtió en paladín de los derechos de sus compañeros trabajadores rurales. Era un auténtico estudioso del quehacer gremial bien interpretado. Solía contar que durante muchos años fue destacado concurrente a la Biblioteca Popular Bernardino Rivadavia, y cotejaba dignamente con esclarecidos dirigentes de nuestro país y de nuestra región continental. De hecho, fue embajador de conocimientos y experiencias en cónclaves de nivel internacional.
Fue distinguido por la Comisión Municipal de Extensión Cultural y miembro del Centro Permanente de Historia de Gonzales Chaves. Sus relatos, en publicaciones bajo el título Chaverías, eran recibidos con creciente interés. Estoy agradecido a la vida por esta amistad implícita y enaltecedora, y considero que la historia local debe mantener a Osvaldo Ernesto Furlani en situación justamente memorable.