Cien años de amor, de recuerdos y de vida — Escuela N° 9 “Juan Bautista Alberdi”

Hay lugares que marcan la vida para siempre. Lugares donde los primeros pasos se dieron fuera de casa, donde se aprendió a escribir el propio nombre, donde se descubrió que el mundo era mucho más grande…
Ese lugar es la Escuela N° 9 “Juan Bautista Alberdi”, que hoy cumple 100 años de historia, de enseñanza y de amor.

Es difícil imaginar cuántas manos pequeñas se apoyaron sobre esos pupitres, cuántas veces sonó la campana, cuántas lágrimas, risas y abrazos nacieron dentro de sus paredes.
Cada aula guarda secretos, voces y sueños.
Cada patio ha sido testigo de juegos, caídas, promesas y despedidas.
Y cada maestro dejó una huella invisible pero eterna en el corazón de sus alumnos.

No hay quien no recuerde ese olor a tiza, las filas en los actos, la bandera subiendo despacito mientras todos cantaban el himno con el pecho apretado.
No hay quien no sonría al rememorar los recreos, las travesuras, las charlas en voz baja y las miradas cómplices con los amigos que el tiempo nunca borró.

Porque esta escuela no fue solo un lugar de aprendizaje.
Fue —y sigue siendo— un pedacito de infancia.
Fue el espacio donde se comprendió lo que es el respeto, la amistad y la solidaridad, y donde muchos conocieron por primera vez la palabra futuro.

Hoy, al cumplir 100 años, la Escuela N° 9 no celebra solo una fecha.
Celebra la vida. Celebra a cada uno de quienes pasaron por allí y dejaron su marca: alumnos, docentes, preceptores, auxiliares y familias.
Todos ellos son parte de esta historia que no termina, porque sigue viva en cada corazón que la recuerda con cariño.

A la querida Escuela N° 9, se le agradece por todo.
Por enseñar, por cuidar, por llenar el alma.
Por ser hogar, por ser guía, por ser historia.
Y, sobre todo, por demostrar que la educación es amor, y que el amor, cuando se da con el corazón, dura para siempre.

Felices 100 años.
Que su luz siga iluminando los caminos de quienes aún no saben que en sus aulas los sueños comienzan a hacerse realidad.

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Porque hay historias que no se escriben con tinta… se escriben con el alma.