86 (Adolfo R. Gorosito, julio 2022) – ¿Está delirando el autor?? No en esta oportunidad. Veamos si su razonamiento aclara el interrogante que propone el título de esta nota. Pero empecemos reconociendo que la decadencia del Hombre como consecuencia inevitable de la alta edad no es motivo de reproche ni de lamentos sino de reflexión. Y es saludable reconocer motivos de decadencia – física o intelectual – que provocan la absoluta necesidad de adaptación para seguir viviendo con dignidad hasta que se cumpla el destino común e inevitable. En el transcurso de un interesante diálogo periodístico, el relator de usos y costumbres de nuestro país don Luis Landriscina (86 años de edad) se refirió al tema sin ambages: – “Conversando con mi médico de cabecera aludimos los problemas que deben superar los más adultos ante limitaciones que la edad impone. En mi caso, docror, puedo decirle que actualmente estoy contemplando sin asombro mi propia decadencia”. Don Luis está en plenitud de capacidad para asimilar conocimientos, con óptimo nivel de comprensión y gracia natural que lo caracteriza. Ampliando su respuesta agregó: “El texto de cierto tango expresa que veinte años no es nada, pero el doble son cuarenta. Hasta hace poco descendía por el centro de la escalera, sin dudas y sin temor. Ahora elijo estar junto a la baranda, por las dudas. Es un signo de la decadencia a la que me refiero”. Genio y figura de nuestra idiosincrasia es don Luis Lndriscina, quien ha brindado tanto conocimiento y recreado tantos temas referidos a la vida del argentino común, el que se identifica como “Juan Pueblo”.