54 (Adolfo R. Gorosito, 2024) – Momento trascendental para el ser humano es el primer paso, o sea iniciar el párrafo vital que llamamos al hecho de “caminar”. Es un arte primario y natural. Cada vez que iniciamos una caminata coincidimos con el poema de Antonio Machado (1873/1959) que nos recuerda: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”. Deambulando en You Tube leí un informe de Osvaldo Restrepo, propulsor de Responsabilidad Social Cooperativa (RSC), Se refiere a las ventajas que ofrece la caminata, y aporta recomendaciones para quienes superan los 50 años de edad. El profesional alude a prudencia y beneficios ante tan afortunada posibilidad. Explica que el cuerpo humano denota cambios y limitaciones al paso del tiempo, pero que el culto a la caminata siempre es posible para quienes no sufren problemas que se lo impidan. Las caminatas contribuyen al mantenimiento del cuerpo en cuanto a sus funciones naturales, pero también influyen en lo anímico. En otras palabras las caminatas se inscriben como actividad sana y dinámica. Los cincuenta años de edad no significan límite para el ser humano, sino un punto de inflexión que invita a la transformación de planes en la actividad habitual. No es propuesta de prolongar indefinidamente las ventajas de la juventud, sino adaptarse felizmente a las perspectivas de valor agregado al tiempo cumplido y a cumplir, siempre acatando recomendaciones profesionales.