61 (Adolfo R. Gorosito, 2019) – Esta es la síntesis del relato de alguien que escribió para Diario Perfil, y se refiere a la retozona inocencia de las ballenas, poderosos representantes de los cetáceos que conocemos y admiramos desee nuestra costa atlántica: – “En 2018 estaba en Puerto Pirámides (Península de Valdés). Me pregunté justamente en medio de una excursión marítima, por qué las ballenas no se ponían a salvo del hombre. Rodeaban las embarcaciones, jugueteando y lanzando agua. Sus lomos al emerger parecían corazas de submarinos. Los turistas en la embarcación estaban sumamente conmovidos por la inocencia torpe de estos animales y se agolpaban en un sector de la borda para tomarse fotos y filmar. Yo permanecí indiferente, como si el lomo de la ballena fuera en efecto la coraza inverosímil de un submarino. Reconozco mi falta de empatía, porque me pregunté qué había de conmovedor en la cercanía de un cetáceo, en qué consistía el espectáculo. Tal vez la conmoción general provenía de tener frente a mí un trozo fabuloso de prehistoria”. ¿Por qué me interesó especialmente este breve testimonio, de alguien que no comprendía la grandeza de tal escena desde la embarcación, pero supo reflexionar sobre el hecho y proponer reflexiones. Creo que se trata de la demostración de la confianza de las ballenas, peses a la conducta de los hombres codiciosos y empresas inescrupulosas en cuanto a toda acción clandestina. También por mi permanente deseo de conocer las peripecias de la Madre Naturaleza, por mi curiosidad ante la oportuna y esclarecedora lectura de episodios que ponen a prueba el criterio humano.. ¡Qué cosas trae este tipo a su columna de Chavesdigital! – pensarán algunos. También me lo pregunto, créalo. Pero deseo destacar que se trata simplemente de mi curiosidad en torno a lo que pasó o está pasando, aportar mi simple opinión pero sin atribuirme méritos que no corresponden.