29 (Adolfo R. Gorosito) – Cada 26 de agosto se celebra el “Día de la solidaridad” recordando la fecha de nacimiento de Madre Teresa de Calcuta. Hace dos años se reunieron un millar de personas en Plaza General San Martín, Capital Federal, por impulso de la Organización “Manos de amor”. Se originó la “ola de abrazos” entre los concurrentes, prueba de espontaneidad y confianza. Enrique Pares, herrero procedente de San Isidro, dijo: “Vine porque con el abrazo doy y recibo afecto”. Juan Ramirez, venezolano Licenciado en Computación, dijo: “El abrazo es la mejor medicina para el ser humano”. Hombres y mujeres que no se conocían decidieron esa realización para demostrar que el acercamiento entre los seres humanos contribuye al bienestar físico y espiritual; y que es saludable compartir propósitos nobles. Si llega un amigo o nos encontramos en plena calle, reforzando el saludo extendemos nuestro brazo sobre sus hombros, ese atisbo de abrazo seguramente nos provoca una “yapa” en la gratificación del encuentro. El efecto gratificante es superior y trascendente si se trata de un momento especial de angustia y dolor, que deviene en extraña sensación de soledad. Solemos ser reticentes a ese “extra” de expresión. Perdemos la oportunidad de confirmar el afecto que nos vincula. En este tiempo se habla de “la grieta” que separa a grandes masas de compatriotas. Son muchas las grietas que los humanos excavamos en defensa de nuestras individualidades. En nuestro pueblo lo constatamos una vez más durante la celebración del Aniversario del Partido, Vecinos de De la Garma, Juan Eulogio Barra, Vásquez y de diferentes puntos de la zona rural, convergieron hacia Gonzales Chaves para compartir el regocijo cívico. El acto espontáneo y elocuente del abrazo, aún entre personas de distinto lugar de radicación y ocupaciones no es sueño de hadas ni creación del cronista, sino realidad tangible.
