¿ÉXITO O POPULARIDAD?

(Adolfo R. Gorosito, 2020) – Algunos (o muchos) adhieren con pasión al “éxito”, como sinónimo de seguridad y solvencia monetaria. Puede ser meta o finalidad de algún esfuerzo o utopía, a veces  lisonjera y a veces torturante. Sin embargo en el léxico llamado lunfardo (muy  conocido en los comienzos del siglo XX) podemos recurrir al texto del tango “Vieja viola”, letra y música de Humberto Correa: “Es que la gola (voz) se va / y la fama es puro cuento / andando mal y sin vento (dinero) / todo todo se acabó…”.

Este lamento tanguero (con mucha realidad, obviamente) nada tiene que ver con el refrán español “Hazte la fama y échate a dormir”, refiriéndose a la reputación de una persona. Puede interpretare en más de un sentido: si alguien comete un delito que hiere profundamente o decepciona a su comunidad, ésta tal vez no lo olvide  jamás y la situación del sujeto pasa a ser en sí misma un severo castigo. En cambio si se trata de alguien que cimenta su relación con el prójimo en base a esfuerzo claro, constante y demostrativo de trabajo o ideales, esa conducta puede convertirse en esclarecido rumbo al prestigio personal, al escalón social, político  o económico que  llamamos éxito.

Si alguien que merece el calificativo “seguidor como perro de sulky” (poco elegante pero de inconfundible elocuencia campesina) seguramente podrá regodearse en su condición “popular”, pues popularidad significa conocimiento y reconocimiento en la comunidad. Está más al alcance  de quien se propone ser mejor a nivel de su accionar cotidiano, sin obsesionarse por el logro del éxito que puede compararse a la incomodidad de la cima, cuando el regusto por lo que se hace es ayuda incomparable en el ascenso, desde  un sendero empedrado de estudio y trabajo.

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