El destino volvió a golpear a otro joven de nuestro automovilismo zonal, con muchos objetivos y desafíos para el nuevo tiempo.
La vida nos señala cuando nacemos, y nos marca un camino. Marcos Zarrabeitía, no conocía los obstáculos, parecía que no existían para él los riesgos. Valiente y espíritu imaginativo era su mensaje, incansable y laborioso en sus emprendimientos particulares, siempre dispuesto a crecer.
Todos tenemos un día en que el universo nos aparta de este mundo, como ocurrió hace cinco meses, con su cuñado «Pepito» Larroudé, duele asumir esos impactos dolorosos que hieren y lastiman.
Marcos, se fue joven en esa trampa que es la ruta 30, con ilusiones que apuntaba a alcanzar metas y deseaba ver crecer a su tierno legado.
Se cierra temprano un ciclo terreno de sueños, de crecimiento y ganas de vivir. Descubrir ese misterio es complejo. ¿Por que se fue?. Su alma sabrá lo que deseaba compartir y hacer en este espacio de vida.
Quedarán grabadas sus experiencias, recuerdos y vivencias en APAC, la categoría donde estaba su corazón.
El camino interminable y el rumbo sin final, imposible de ganarle a la eternidad. Marcos vivirá en el cielo, siempre con un abrazo o demostración de afecto, las personas de su signo, no toleran la idea de ver mal al otro y a ellos mismos. El cariño era su alimento anímico, amante de la tranquilidad y por eso el «Vasco» pugnaba construir su porvenir sin prisa.