64 (Adolfo R. Gorosito, 2016) – Seguramente ocurrieron casos de abusos e injusticias de parte de oficiales y suboficiales durante la Guerra de Malvinas, y es bueno el enjuiciamiento de los responsables si se realiza con máxima objetividad, con el manejo racional y justo del concepto “Derechos Humanos”. Además de soldados y marineros que consideramos mártires de una guerra injusta, murieron en la misma contienda histórica oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas. Estos son datos oficiales: 10 oficiales y 230 suboficiales de la Armada Argentina; 14 oficiales y 36 suboficiales del Ejército Argentino; 36 pilotos y 14 suboficiales de la Fuerza Aérea; 2 oficiales y 5 suboficiales de la Gendarmería Nacional; 2 suboficiales de Prefectura Nacional. Seiscientos cuarenta y nueve (649) en total quedaron para siempre en el lejano Sur, a quienes consideramos sentimentalmente heroiicos custodios de Malvinas Argentinas. Deben sumarse a estas listas confeccionadas según información de cada sector de las Fuerzas Armadas, a 1500 con heridas que provocaron deficiencias físicas totales o parciales, además de los efectos psicológicos que en casi 500 casos derivaron en suicidios. Ya no hay ayuda posible ni reivindicación ni honores para esos jóvenes que pusieron fin a sus vidas como forma trágica de liberarse de la cruel pesadilla. Algo o mucho ha fallado en la atención de esas almas atormentadas, desde que los cañones acallaron sus estruendos. Fueron héroes los combatientes que cayeron en las gélidas playas malvineras o en las aguas profundas de mares del sur, y muchos de los que retornaron. De muy poco valen las exclamaciones de sus compatriotas después de tanto tiempo y de dramas tan profundos. Hay héroes que no conocemos, que no alcanzaron a ser “mediáticos” y en cambio siguen tomando parte de utópicos sueños que nuestra argentinidad depara. Es difícil la reinserción social de quienes participaron en la lucha por la soberanía que aún discutimos a niveles diplomáticos. Todavía no se encuentra luz definitiva para la sórdida novela bélica que empezó con una ridícula actitud de soberbia y sinrazón, sin medir consecuencias.