43 (Adolfo R. Gorosito, 2019) – En un momento fortuito, o por lo menos impensado, suele aparecer el tema que el autor considera interesante a desarrollar y ponerlo a consideración de sus lectores. Así me ocurrió esta mañana al leer un refrán criollo: “Agua que del río baja…arriba no ha de volver”. Recordé enseguida que la zamba “Tú que puedes” de don Atahualpa Yupanki expresa, dirigiéndose a un presunto observador (una persona, tal vez un pájaro): “Tú que puedes vuélvete / me dijo el río llorando / los cerros que tanto quieres… / allá te están esperando”… La realidad es así e invita a reflexionar, porque el río que pasa por un lugar y momento determinados está en movimiento, y ya ese instante de río no es el mismo que ha pasado o está por pasar. En nuestras vidas solemos experimentar situaciones parecidas, sobre todo si pensamos en lo que hemos hecho o dejado de hacer, lo que vivimos, luchamos dejamos o asumimos para sentirnos mejor, y en lo que está por venir que es desconocido, aunque tengamos la oportunidad de prepararnos física y espiritualmente al cambio constante, hacia ese misterio por develar. Contemplar cómo se desliza el río no siempre significa perder tiempo en cosas superfluas. El río además de realidad puede convertirse en motivo de reflexión. Esa realidad natural merece ser considerada como adorno del paisaje o como recurso imprescindible para sectores de producción. Lo importante es no dejar que la incertidumbre (falta de seguridad, confianza o certeza sobre algo que se avecina o se espera) nos invada, ni navegar en la duda (vacilar o falta de decisión ante las posibilidades de elección). Tratemos de trabajar y conducirnos como si jugáramos en el agua en movimiento, dispuestos a vivir con buena cuota de felicidad en el río de la vida.