(Adolfo R. Gorosito, julio 2025) – Desde la declaración del estado de independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, aquel hito de nuestra historia – 9 de julio de 1816 – se cumplen 209 años.
Es de imaginar – ¡Debemos esforzarnos en imaginar basados en datos incuestionables y con todo el peso de la lógica! – y comprender que se trata de una fecha de especial veneración cívica, ya que significó momento propicio de decisiones máximas, asegurando el concepto de identificación y soberanía nacional, ratificando lo que se había mostrado al mundo en Mayo de 1810, pero sin proclamar la imprescindible actitud cívica.
Ocurrió en julio de 1816 como tema de discusión institucional, cuando el General San Martín reclamaba que el Congreso asegurase el reconocimiento de Independencia, así como seis años antes se había asegurado el concepto de Libertad al iniciarse una década pródiga en manifestaciones innegables, con la jornada de Mayo y la creación de la bandera, acontecimientos que reclamaban la hora de definiciones.
El desenvolvimiento social de la humanidad se afianza en el anhelado sueño de identificación, que muchas veces se desfigura en desniveles sin sentido. La Independencia es sagrado tesoro que las generaciones deben resguardar, y en examen de conciencia indiscutible reflexionar si somos dignos de semejante legado.