71 (Adolfo R. Gorosito, enero 2022) – La tecnología, es decir el desarrollo del conocimiento, avanza en el mundo como condición “sine quanon” de subsistencia y progreso. Así lo demuestran los datos específicos cuando se habla de aplicaciones técnicas, los resultados en cuanto a la producción y mejoramiento en semillas, técnicas aplicadas al trabajo regular y otros aspectos de cada explotación. He leído algo sobre la optimización de la agricultura en Israel e invito a compartir algunos datos: Israel es un país del Medio Oriente, dispone de una superficie menor a la de nuestra provincia de Tucumán, supera los 9 millones de habitantes y el registro pluviométrico anual no llega a los 400 milímetros. Su ciudad capital es Jerusalén y limita con Líbano, Siria, Jordania, Palestina y el Mar Muerto. La producción agro-alimentaria es inobjetable ejemplo de superación frente a las características geológicas y climáticas de aquella región. Su producción supera los 4500 millones de dólares y las tres cuartas partes son destinadas al consumo interno. Encabeza los cómputos de producción en lácteos y aviar, rubros seguidos muy de cerca por la producción de frutas y hortalizas. Todo ello de acuerdo a un rígido sistema de riego por goteo, uno de los milagros iniciales de Israel a poco de lograr su independencia en 1948. Se lo considera “país del libro”, es decir del conocimiento y de la investigación”. El suelo de Israel exige aplicación de la capacidad humana, al servicio de los mejores destinos del agro