Interes General La Estrella que nos alumbró por 115 años… y que nunca va a apagarse Andres27/06/202502 views La Estrella que brilló por 115 años... y se queda para siempre en el corazón del pueblo Ayer no fue un día más.Ayer se cerraron unas puertas… pero se abrió un capítulo eterno en nuestra memoria colectiva.Porque ayer, por última vez, atendió La Estrella, esa panadería que durante 115 años fue más que un comercio: fue hogar, fue refugio, fue parte de nuestra historia. Cuesta escribirlo sin que tiemblen los dedos.Cuesta decir adiós cuando lo que se va es parte del alma de un pueblo. La Estrella no solo horneaba pan.Horneaba recuerdos. Cocinaba infancia. Servía amor envuelto en papel madera. ¿Quién no pasó por esa esquina alguna vez?Esa vidriera sencilla, con su mostrador de siempre, con esa calidez que ningún cartel de neón podrá reemplazar jamás.Ahí, donde las galletas grandes esperaban a la gente del campo —esas que se llevaban con manos agrietadas pero con ojos agradecidos—.Ahí, donde las tortas negras sabían a domingo, a sobremesa, a madre cortándola en porciones justas para que alcance para todos.Ahí, donde el pan dulce de diciembre venía cargado de frutas, de cariño, de secretos de horno que solo Mabel sabía manejar. Porque sí, si hay un nombre que nunca se podrá separar de esta historia es el de Mabel De Sabato.Desde joven, trabajando sin pausa, sin ruidos, con el alma en las manos y el corazón puesto en cada bandeja.Atendiendo con una sonrisa incluso en los días más difíciles.Sosteniendo el lugar con una fuerza de esas que no se enseñan: se heredan, se sienten, se viven. Pero Mabel también fue mucho más que la panadera de todos.Fue solidaria. Fue discreta. Fue de esas personas que ayudan sin buscar aplausos, que dan sin contar, que están sin que se lo pidas.Y muchos quizás no lo supieron, pero ella y su familia le tendieron la mano a más de uno, en silencio, con dignidad, con amor. Y en esta despedida, no puede faltar su compañero de vida: Norberto.Cuánta lucha compartida. Cuántos madrugones, cuántas hornadas de madrugada, cuánto sacrificio invisible.Hoy no está físicamente, pero sin dudas camina con nosotros en este último recorrido, con los ojos brillosos y el alma llena de orgullo. Hoy, esa esquina ya no huele a pan recién hecho…Pero huele a historia, a infancia, a pueblo.Huele a las manos de nuestros abuelos. A las meriendas de la escuela. A la Navidad de cuando éramos chicos. Porque hay lugares que no se reemplazan.Porque hay sabores que no se olvidan.Porque hay personas que se vuelven eternas. Gracias, Mabel. Gracias, Norberto. Gracias a toda la familia De Sabato.Gracias por enseñarnos que el trabajo hecho con amor deja huella.Gracias por tantos años de esfuerzo, de entrega, de humanidad. La Estrella cierra sus puertas, sí…Pero brilla más fuerte que nunca en el corazón de cada uno de nosotros. Y no, no es un adiós.Es un “gracias para siempre”.