64 Según los datos de la Segunda Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS), dos de cada tres bebés con cinco meses de edad en Argentina ya dejaron de ser amamantados con leche materna exclusivamente, advierte el Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires, al tiempo que destaca los enormes beneficios a corto, mediano y largo plazo que la leche humana ofrece no solo a los niños y niñas amamantados sino también a la madre lactante, la familia y hasta la comunidad en la que están insertos. La leche materna “protege al niño inmunológicamente frente a enfermedades, como las gastrointestinales y respiratorias; y frente a enfermedades crónicas no transmisibles, como la diabetes y la obesidad. Al mismo tiempo, brinda nutrientes esenciales que favorecen su crecimiento y neurodesarrollo, haciendo a los niños más inteligentes”, sostuvo la licenciada en Nutrición Marisol Díaz (MP 232), del Colegio bonaerense de Nutricionistas. Y agregó: “En cuanto a la madre, practicar la lactancia reduce el riesgo de hemorragia posparto; contribuye a la prevención del cáncer de mama y de ovarios; reduce las probabilidades de depresión posparto; y favorece y fortalece la relación entre la mamá y el bebé”. “A nivel familiar, es práctica y económica, y ayuda a la planificación familiar. Por último, a nivel social, contribuye a una población más sana, y a la protección del medioambiente, ya que la leche materna es un alimento natural y renovable”, concluyó la nutricionista. La leche humana no solo aporta los nutrientes adecuados para el recién nacido, sino que se trata de un alimento vivo ya que aporta sustancias como inmunoglobulinas, factores de crecimiento, sistemas inhibidores, oligosacáridos, células epiteliales e inmunes y ADN. Asimismo, la licenciada en Nutrición María del Pilar Cancela Mourelle (MP 528) reveló que “diversas investigaciones recientes pusieron de manifiesto que la leche humana contribuye también a la microbiota intestinal y cómo impacta positivamente en la salud actual y futura del recién nacido”. La microbiota intestinal, también conocida como flora intestinal o microflora, es un conjunto de microorganismos vivos o bacterias que se encuentran en el intestino. Estudios recientes indicaron que al menos una parte de las bacterias, que se encuentran en la leche materna, provienen de la microbiota intestinal de la madre y acceden a la glándula mamaria a través de una ruta interna, denominada enteromamaria. Una vez que la madre inicia la lactancia, las bacterias son transferidas al intestino del recién nacido. “Cada microbiota intestinal es única e indispensable para un adecuado crecimiento físico, desarrollo inmunitario y una correcta nutrición”, explicó Cancela Mourelle, referente del Colegio bonaerense de Nutricionistas. En la Semana Internacional de la Lactancia Materna, el Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires, al igual que el Ministerio de Salud de la Nación, la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), la OMS y UNICEF, entre otros, recomienda la lactancia materna, de manera exclusiva hasta los 6 meses de edad, y luego continuarla hasta los 2 años o más, junto a la incorporación de alimentos sólidos complementarios, nutricionalmente adecuados y seguros acorde a la edad del bebé. Así, la institución que nuclea a las y los nutricionistas bonaerenses promueve la lactancia materna porque: Es un alimento completo, protector, ecológico, económico, que nunca se termina y siempre está disponible. Favorece un buen crecimiento y desarrollo. Previene enfermedades. Fortalece el vínculo de la madre con el bebé. “La lactancia materna es un derecho humano básico para ese niño o niña, que incluye el primer acto de soberanía alimentaria porque tiene que ver con la decisión de una madre de brindar el mejor alimento para un recién nacido, que es la leche producida por su propia madre”, aseguró la licenciada en Nutrición Lorena Lázaro Cuesta (MP 013), quien integra el Comité de Lactancia Materna del Hospital Interzonal Especializado Materno Infantil “Don Victorio Tetamanti”, de Mar del Plata. “Es el mejor alimento porque no solo ofrece inmunidad sino que también ofrece nutrientes que se digieren de una manera óptima y que van a nutrir a ese recién nacido de acuerdo a las necesidades en cada una de las etapas desde el momento del nacimiento hasta, se recomienda, más de dos años de vida”, afirmó luego. En nuestro país, el 96.9% de las niñas y niños iniciaron la lactancia materna al nacer, consigna la Segunda Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS). Sin embargo, al quinto mes de vida solo el 31.4% de ellas y ellos continuaba con un régimen de lactancia materna exclusiva. Según datos del mismo estudio, los principales motivos de abandono de la lactancia materna fueron: me quedé sin leche, el 26.2%; el/la niño/a dejó solo, el 17.1%; tuve que salir a trabajar, el 10.8%; y era muy difícil amamantar y sostener mis otras tareas, el 10.2%, entre otros. Estos datos estadísticos avalan la necesidad de considerar a la Lactancia Materna como un problema en salud pública y la necesidad de aunar esfuerzos para colocar a la díada madre-bebé en el centro de atención, ofreciendo apoyo desde los diferentes sectores y actores de la sociedad, más aún en situaciones de emergencia sanitaria. Desde el sector de la salud: informando antes del parto a madres y familias sobre los beneficios de la lactancia materna exclusiva; promoviendo la “hora de oro”, el lapso de tiempo en el cual se permita el contacto directo ininterrumpido entre madre e hijo/a; brindando consejería a las madres lactantes a lo largo de todo el período de lactancia; informando sobre la compatibilidad y el trabajo, extracción de leche y conservación de la misma de manera segura. En ese sentido, las y los nutricionistas son profesionales idóneos en el acompañamiento de la promoción y sostenimiento de la lactancia materna. Desde la familia: apoyando la decisión de la madre de amamantar, informándose sobre los beneficios de la lactancia materna; buscando ayuda en grupos de apoyo comunitarios o de profesionales ante la presencia de dificultades; y compartiendo las tareas domésticas y de cuidado de las niñeces en el hogar. Desde la comunidad: compartiendo las propias experiencias sobre lactancia materna en grupos de apoyo; y protegiendo el derecho de las mujeres de amamantar, ofreciendo el mejor comienzo de vida. Desde el sector laboral: protegiendo el derecho a las licencias para amamantar y el derecho a lactar para las madres en los lugares de trabajo, promoviendo el establecimiento de “Espacios Amigos”, que permitan a la mujer lactante extraerse leche de forma segura y confortable. Aun con una legislación y normativa que las ampara, como la Ley Nº 26.873, que tiene por objeto la promoción y la concientización pública acerca de la importancia de la lactancia materna y de las prácticas óptimas de nutrición segura para lactantes y niños de hasta dos años, “hay un número muy importante de mujeres que regresan al trabajo, cuyo empleador no les ofrece las condiciones que necesitan para continuar con la extracción de leche, como un espacio adecuado e higiénico donde las madres puedan sentirse cómodas”, manifestó la nutricionista Díaz. En ese sentido, un estudio reciente de la consultora Opinaia observó que una de cada cuatro mujeres en Argentina tiene dificultades para combinar la lactancia con el ámbito laboral. El 34% de las madres deja de dar la teta cuando regresa al trabajo y solo el 5% de las mujeres que retoman su actividad laboral tras su licencia mantienen la lactancia exclusiva hasta los 6 meses de su bebé. “Aun con la existencia de leyes y normativas, creo que estas no logran sostener en los hechos la lactancia materna como alimentación exclusiva, siguiendo las recomendaciones de organizaciones nacionales e internacionales en la temática. Si bien recomiendan la lactancia exclusiva hasta los seis meses y parcial hasta los dos años y más, esto sería mucho más aplicable si lográramos ampliar las licencias de maternidad y de paternidad. Contamos con licencias para ambos padres, pero sabemos que esto es totalmente dispar e insuficiente”, reflexionó Díaz. La lactancia materna es una práctica que nos acompaña desde tiempos ancestrales. Garantiza nuestra supervivencia como especie, proporciona el mejor alimento que el recién nacido necesita, promueve la igualdad más allá del nivel socio económico, y contribuye a la reducción de la pobreza. En definitiva, la lactancia materna debe ser una responsabilidad compartida, que merece no solo el apoyo de la sociedad toda sino también el compromiso para que los niños y niñas tengan una mejor calidad de vida presente y futura.