Lucho camina buscando algo que no se ve: amor

Larguí —así se llama— pero todos lo conocen como Lucho. Camina despacito por las calles mojadas, con los ojos cansados y el corazón lleno de esperanza. Durante el día recorre la ciudad como si tuviera un destino claro, pero en realidad, lo que busca no se encuentra fácil: Lucho busca cariño, busca un hogar.

Cada mañana aparece por la avenida San Martín, donde sabe que alguien le dará su vianda. Agradece con la mirada, con un leve movimiento de su cola. Pero más allá del alimento, Lucho está buscando algo mucho más profundo: una familia. Alguien que lo mire y lo elija.

Ahora que el otoño se vuelve cada vez más frío, con lluvias que no perdonan, su cuerpo flaco tiembla. Por las noches suele dormir en la municipalidad, buscando un rincón seco donde guarecerse. Hoy le pusieron un abrigo. No es mucho… pero para él lo es todo.

Por eso, con el corazón en la mano, pedimos algo simple pero inmenso: no le saquen su abrigo. Es lo único que tiene para enfrentar estas noches frías y húmedas. Es su cobijo frente al abandono, su protección frente al olvido.

 Y si sabés de alguien que quiera adoptarlo, por acá andarán Victoria Codagnone y Paula Codagnone, siempre atentas, en la Avenida San Martín, cuidándolo con amor y esperanza.

Lucho no pide mucho. Solo un lugar donde dejar de estar solo. Un patio, una manta, una caricia… una familia.

Porque nadie —ni siquiera un perro callejero— debería pasar el otoño temblando bajo la lluvia.