MEDIO PAN Y UN LIBRO

(Adolfo R. Gorosito, 2017) – Invito a compartir estos conceptos de Federico García Lorca al inaugurar la Biblioteca de su pueblo (Fuente Vaqueros, Granada) en septiembre de 1931:

– “Cuando alguien va a un espectáculo o alguna fiesta, si es de su agrado lamenta que las personas que él quiere no estén allí, y no goza del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Esta es la melancolía que siento, por todas las criaturas que por falta de medios no gozan  del supremo bien de la belleza  que es vida, bondad,  serenidad.

No solo de pan vive el hombre. Si tuviera hambre y desvalido en la calle no pediría un pan, sino medio pan y un libro. Aprecio menos a quienes solamente hablan de reivindicaciones económicas sin aludir a las reivindicaciones culturales, que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero también es bueno que sepan, que gocen  de los frutos del espíritu humano, porque lo contrario es convertirlos en esclavos.

Yo tengo más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hombre hambriento. Un hombre hambriento puede colmar su hambre con un pedazo de pan o alguna fruta, pero un hombre que tiene ansias de saber y no recursos sufre una terrible agonía porque son libros, muchos libros los que necesita.

¡Libros!… He aquí la palabra mágica que equivale a decir amor y que los pueblos deben pedir como piden pan, o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor Dostowieski, padre de la revolución rusa, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo  y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita, en cartas a su lejana familia sólo pedía:  Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera.

Tenía frío y no pedía fuego, tenía sed y no pedía agua, Pedía libros, es decir escaleras para subir hacia la cumbre del espíritu y del corazón, porque la agonía física por hambre, sed o frío dura poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida”.

Al leer este artículo en “Chaves Digital” transcribiendo afirmaciones de García Lorca, alguien podrá opinar que “estoy regando la huerta propia”, dada mi condición de narrador. Algo de eso hay, por supuesto, porque quien escribe tiene el íntimo e incandescente deseo de que sean muchos los lectores de sus trabajos. No en búsqueda del elogio fácil sino de la sincera y objetiva opinión, que siempre ayuda en el sendero de la perseverancia y la superación.

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