Escritores Locales PELOTAS DE FUTBOL Andres13/11/2016065 views (Adolfo R. Gorosito, 2016) – “En una de mis vidas anteriores”… como solía decir mi gran amigo y maestro en periodismo don Emilio Novas, el futbol era tema frecuente de mis crónicas y comentarios. En honor ag ratos recuerdos dedico mi artículo de la semana. En Clarín (1 de septiembre 2013) leí una nota sobre don Raúl Maldonado (84 años de edad), uno de los formadores del Barrio El Gaucho, de Burzaco. “Desde muy joven dedica varias horas de cada día a arreglar pelotas de futbol. Es un artesano singular, trabaja con agujas, trinchetas y alguna que otra herramienta manual, y al paso de los años ha arreglado tantas pelotas de futbol que la suma podría registrarse en el Libro Guiness de los Records. Afirma que las pelotas importadas y respaldadas con marcas de fama mundial suelen deformarse, otras dejar al descubierto defectos lamentables. En contraste, defendió con entusiasmo la calidad de la industria argentina en el rubro. – ¿Cómo eran las pelotas de cuero, don Raúl? – Cosidas a mano, con cámara a la que se podía emparchar hasta que no daba más. Los tientos de cuero frente al pico por el que se procedía a inflarlas se acomodaban como los cordones de los zapatos. Si se mojaba la pelota triplicaba su peso”. Hasta aquí la síntesis de dicha nota. Es difícil explicar cómo era “la de cuero”, y cómo se arreglaban los equipos para el entrenamiento… con una sola pelota. Ahora los entrenamientos de los profesionales se desarrollan con tantas pelotas como suman titulares y suplentes. En el recuerdo llega a niveles de heroísmo el rechazo de cabeza a un tiro libre desde el área rival, sobre todo si la pelota de cuero estaba mojada y pesaba más de un kilo. Cuando algún jugador recibía en pleno rostro un pelotazo “shoteado” desde cerca quedaba afectado hasta el desvanecimiento. Era necesaria una buena dosis de coraje para prenderse con entusiasmo a un “picado” de barrio o en algún compromiso liguista. Recuerdo claramente a un compañero de equipo en Club Atlético El Ciclón (Carmen de Patagones, 1951), cuando ya se estaba imponiendo la “Superbal”, una de las primeras con válvula que reemplazaba al clásico cierre con tiento de cuero. Se llamaba Benjamín Adamo (apodado “Benja”) ¡Se había criado “a lo indio” y … jugaba descalzo! Era un pie formidable el de mi anigo “Benja” Soportaba solamente las alpargatas y su empeine era imponente. Puedo decir, como el inolvidable árbitro de futbol y comentarista Guillermo Nimo… ¡Amigos, yo lo vi!…