36 (Adolfo R. Gorosito, .2018) – No se trata de diferencias que sugieren los adjetivoss “grande” y “pequeño”. Se trata de actitudes que reflejan sentimientos humanos. En ocasión reciente un amigo que fue chacarero en el oeste del partido Adolfo Gonzales Chaves me contó algo sumamente interesante, que invita a reflexionar: – “Por algunas circunstancias que no vienen al caso estaba pasando un periodo de estrechez económica. Me llevaron a esa situación algunos avatares sorpresivos e inevitables. Había quedado sin recursos, solamente con algunas vacas, terneros y novillitos. Vecinos que ostentaban progreso conocían y proclamaban amistad observaban mi descenso. A uno de ellos le ofrecí un lotecito de novillos, me regateó mucho el precio y concretamos la operación. Con el producto pude cubrir una obligación bancaria. Muy parecido ocurrió con otro chacarero cercano con sólido capital. Le ofrecí un lotecito de terneros. Huno un tire y afloje en cuanto al precio pero pude concretar la venta. Con el dinero así obtenido afronté los altos costos de tratamiento de un familiar enfermo. Muy poco me quedaba. Cierta tarde fui al pueblo en mi vieja camioneta y me encontré de pronto con Federico, un hombre a quien solía facilitarle algunas changas, cumplía correctamente con sus obligaciones y volvía al pueblo, a sus hábitos sin proyectos y frecuentes visitas a los boliches. Ese hombre notó preocupación en mi cara, le conté brevemente sobre mi situación, y sin dudar un momento me preguntó: ¿Puedo ayudarlo en algo? … ¡Esa pregunta me emocionó! Seguramente llevaría – en el mejor de los casos – algunos pocos pesos en sus bolsillos ¡Qué sé yo! Esa gran actitud de solidaridad me hizo recordar la pequeñez de aquellas otras, de parte de quienes pudieron reaccionar mejor”.