102 (Adolfo R. Gorosito, abril 2023) – Jugueteaba en el teclado de mi compu, procurando alguna lectura breve, oportuna, utilitaria. Recorría el mundo de You Tube sin fin determinado. Llamó mi atención un video triste desde su esbozo, pues allí estaban una madre joven con sus cinco hijos en una choza sin mobiliario, siquiera lo indispensable. Solamente un amplio colchón en el que se acomodaban los chicos, el mayor quizás estaba en los diez años de edad y el menor era un bebé. La llama de un calentador a querosén animaba las sombras que en las paredes de chapas dibujaban los niños con sus movimientos ajenos a la posibilidad lúdica. Afuera llovía y la escena se tornaba tétrica en ese marco de pobreza absoluta, El relato visual solo ofrecía la opaca perspectiva de un padre ausente, que volvía a su tugurio de vez en cuando, para compartir el contenido de una cacerola sin ingredientes que dignificaran ese cuadro sórdido. También para repetir el ritual de la cópula inaugurando la espera del próximo hijo. La resignación se reflejaba en el gastado rostro de la joven madre. No se trataba de ficción ni enfoque teatral, sino testimonio de una realidad que se repite en nuestro país y en muchos otros, ocupando lugar y tiempo de un miserable candil, para alumbrar la esperanza de una solución en el futuro, y que ese futuro no esté demasiado lejos. Posiblemente la puja entre civilizaciones logre sus objetivos en cuanto a conquistas espaciales, pero… ¡Cuántos problemas de la especie humana quedan a un costado del escarpado camino de la ciencia, dando paso a peregrinos pensamientos sobre arbitrariedades e injusticias!