33 (Adolfo R. Gorosito, 2018) – El “Día Internacional de la Amistad” (20 de julio) ofrece la oportunidad de expresar nuestro sentimiento. ¡Bienvenida sea la fecha aunque responda a intereses materialistas, porque nos predispone a llamar al Amigo! La Amistad forma una gran dupla con la buena fe, que también puede ser sacudida por el vendaval de la desconfianza o del error fortuito. Cierta vez dejaba aflorar mi amargura por un desengaño que me entristeció mucho, y alguien me dijo: “Si pierdes un amigo… poco pierdes”. ¿CÓMO?… Sí, porque si esa persona se aleja del entorno fraternal realmente no es amigo, y si no lo es tampoco queda margen para la amargura. Pero es doloroso porque con el Amigo quemamos el incienso de la sinceridad. La vida nos pone a prueba con frecuencia en cuestiones de sentimiento, hasta que la voluntad señala, el brazo intenta y el corazón reclama. En esa marea incesante de la relación humana solemos encontrar un cofre que puede contener perlas o simples migajas. Es redundancia decir “amistad sincera”, porque la relación debe basarse en sinceridad y respeto mutuo. Si no hay sinceridad solamente habrá adulación o desconfianza, ingredientes inadmisibles. Cierta vez comprobé que alguien seguía atentamente los pasos de mi vida, mi lucha, mis reacciones, sin que yo lo sospechase. Ese alguien demostró que conocía mucho de mis trabajos y esperanzas, y habrá deseado mi triunfo ocasional, un signo de progreso. Ese “alguien” rindió culto a la Amistad sin pedir nada a cambio. La Amistad es como una planta exótica, hermosa y delicada. Dijo alguna vez George Washington: “Es de lento crecimiento y puede sufrir los embates del infortunio antes que sus frutos alcancen madurez plena”. ¡No dejemos que ello ocurra! ¡Cultivémosla!