144 (Adolfo R. Gorosito, 28 de noviembre) – Los disturbios provocados por la muchedumbre crecían al acercarse la hora de salida del cortejo en viaje a Bella Vista para proceder al sepelio de Diego. En vez de demostrar tristeza y respeto ante el fallecimiento del máximo ídolo deportivo, parte de la concurrencia prefirió protagonizar escenas propias de “barras bravas” prolijamente entrenadas para resistir y atacar, convirtiendo el lugar en un símil de campo de batalla. Se discute ahora la decisión presidencial de ofrecer la Casa Rosada como lugar del velatorio. El Poder Ejecutivo manifestó ser responsable (juntamente con el famoso barrabrava Rafael Di Zeo) de la organización y desarrollo del velatorio, asumiendo riesgos de desborde ante la multitudinaria concurrencia. El Dr. Fernández expresó que “si no se hubiese organizado desde el ámbito oficial los problemas habrían sido peores”. Intervinieron efectivos de seguridad para retomar el orden. Surgieron reproches y reclamos hacia el Gobierno de Larreta, lamentable signo de búsqueda de rédito político. Lo confirmó la responsable de Seguridad de la Nación, calificando de “criminal represión de la policía porteña”, mientras otros trabajadores de prensa – de los “medios hegemónicos”, según definiciones que agravan la famosa grieta – sufrieron agresiones. Ante el triste suceso se presentó la oportunidad de expresar lógica angustia popular por la desaparición del máximo ídolo del mundo deportivo, pero ni él mismo – Armando Diego Maradona – hubiese alentado semejante desenfreno que opacó la intención popular de homenaje y reconocimiento.