Ulises Lasa: Homenaje al cine Coliseo

¿Cómo nos divertíamos los chavenses?
En esos años, no existían la televisión, los videos ni las computadoras. Pero claro, ¡teníamos el Cine Coliseo!
Con apenas un pesito, mis padres nos mandaban a disfrutar de las matinés de los domingos por la tarde. Antes, hacíamos una parada obligada en la caramelera “Italiano”, frente al Mercado Municipal, para abastecernos de golosinas que acompañarían la función.

Ya instalados en la sala de la Avenida San Martín, nos sumergíamos en las aventuras y las risas de los grandes del cine: El Gordo y el Flaco, Carlitos Chaplin, Buster Keaton. Disfrutábamos de las actuaciones de Alan Ladd, el muchacho del jopo, y de John Wayne, quien brillaba en las películas del Oeste. También nos emocionábamos con las hazañas de Tarzán y su inseparable mona Chita. ¡Qué tiempos felices!

El Cine Coliseo no era solo un lugar para ver películas, sino también un punto de encuentro para los chavenses. Allí nacían amores juveniles, se celebraban festivales musicales y se organizaban obras de teatro a beneficio. La sala siempre estaba llena de un público entusiasta que acudía regularmente.

Sin embargo, el progreso comenzó a quitarle asistentes al querido Coliseo, hasta que un día cerró definitivamente sus puertas. Una mañana, al pasar por allí, vi cómo desocupaban el lugar y sacaban las butacas. Fue un golpe de tristeza. Fue entonces cuando decidí inmortalizar aquel entrañable bastión chavense en un tango que compuse en su homenaje: “Che… Coliseo”.

Un tributo a esos días de alegría y comunidad que nunca olvidaremos.