39 (Adolfo R. Gorosito, abril 2017) – Amín Mokdad tiene 28 años de edad. Es violinista y pese a las amenazas y persecuciones de los fanáticos yihdaistas permanece en Mosul (Irak), ciudad que en gran parte ha sido arrasada como otra prueba de la intolerancia. Mosul es llamada “al-faha”, que significa “paraíso”. Fue cuna de Ninive, una de las ciudades más importantes del Antiguo Oriente, según la historia. Un lugar privilegiado, único en el mundo, enfatiza la descripción. Cuentan que allí se escuchaban el canto de los pájaros y las risas de los niños. Pero todo cambió en junio de 2014, cuando un grupo yihdaista del ISIS (Estado Islámico) capturó la ciudad e inició feroz persecución, siendo la población cristiana el objetivo principal de la matanza. Cientos y cientos de fieles cristianos fueron fusilados, decapitados y crucificados. El mundo entero pudo conocer desde tremendos videos lo horrendo de aquella insania determinación. Los gorjeos de los pájaros y las risas de los niños fueron reemplazados por los ayes de dolor supremo. En ese clima de horror se escuchó la música de un violín: era el violín de Amín Makdad, quien había resuelto proclamar y defender su libertad de culto, su resistencia pacífica al avance de las huestes del mal. Combatientes del Estado Islámico volvieron a su casa, se llevaron varios violines de Amín y los quemaron, asegurando que el próximo en alimentar la hoguera sería, precisamente, el violinista. Amín consiguió un violín desvencijado, llegó a Bagdad y se reencontró con sus familiares. Después las tropas iraquíes avanzaron sobre Mosul y la reconquistaron parcialmente. La ciudad devastada no pudo aún volver a ser el “paraíso” que fue en otro tiempo, pero un violín sigue expresando su reclamo de paz, en los brazos de Amín Mokdad, valiente defensor de la dignidad de su pueblo.