152 (Adolfo R. Gorosito, marzo 2024) – El almanaque es un elemento doméstico que mide el tiempo vivido y permite avizorar el tiempo que vendrá. Nos permite emprender las actividades inmediatas y ordenar los proyectos a corto y largo plazo. Suele convertirse en un colaborador mudo pero infalible al permitirnos confirmar con certeza el paso de los días y de los meses durante el año que corresponda.El almanaque cumple funciones similares al reloj, otro compañero inseparable en la celeridad de nuestros tiempos. Pero decimos “compañero” y no “amigo”, porque si pendemos mucho de este elemento puede convertirse en pesada carga, en juez de nuestro comportamiento y en balanza inexcusable de nuestros logros y fracasos. Como ocurre ahora, porque al contemplarlo parece decirnos que ya estamos en la segunda mitad del tercer mes del año, que el verano quedó atrás y que el otoño es la inmediata certeza.Los días se acortan, la temperatura promedio desciende, las plantas caducas pierden su follaje… pero nos recuerdan que dispondremos de más tiempo para reflexionar y adaptarnos al ritmo que permite vivir airosamente esta renovada expectativa. Recibamos el otoño con un ruego ferviente: que nuestro amado país logre la senda más propicia en búsqueda de su destino.