8 En la Legislatura bonaerense pasan cosas raras… pero lo de la diputada Lucía Lorena Klug, de Unión por la Patria —sí, del mismo espacio donde milita gente cercana a Juan Grabois— ya entra en la categoría “esto no puede ser real… pero es Argentina, así que sí”.La legisladora —que termina mandato y evidentemente quiso irse dejando olor a recuerdo— presentó su idea estrella: un impuesto al metano del ganado. Sí, un tributo al pedo de la vaca. Una especie de despedida aromática para su carrera política.Un proyecto que nació torcido… y encima le crecieron hongosSegún Klug, se debe cobrar a los productores por cada kilo de metano emitido. Algo así como crear ARBA del gas rumiado, un ente recaudador que funcione a puro eructo fiscal.El pequeño detalle: No existe tecnología para medir cuánto gas expulsa cada vaca. Pero bueno… ¿qué son los datos comparados con la creatividad de alguien desesperado por que la recuerden?Si esto avanzara, necesitaríamos inspectores rurales equipados con barbijos, mochilas de oxígeno y medidores de flatulencia, caminando entre vacas que no pidieron involucrarse en la recaudación estatal.Una escena digna de un capítulo perdido de Cha Cha Cha… o de una sesión común de la Legislatura.El campo reaccionó entre indignado y resignado. No por el impuesto —después de tantos, uno más ya ni se siente— sino por la creatividad del disparate.“Cobrarle a las vacas por respirar”, dijeron. “Un tiro en el pie”, remató el Gobierno nacional (que ya viene rengueando, así que uno más no cambia mucho).Mientras tanto, muchos se preguntaron si Klug hablaba en serio o si buscaba sumar una última línea a su CV: “Inventora del Impuesto al Pedo Bovino”.Y en los pasillos, donde el café es viejo y los chismes nunca caducan, dicen que Klug solo quería un gesto fuerte para que su paso por la política no fuera completamente inodoro. Bueno… lo logró.Lo más cómico-trágico del asunto: Si la ley se aprobara, las vacas serían las únicas obligadas a rendir cuentas por sus emisiones.Sería revolucionario aplicar el mismo criterio a ciertos discursos legislativos, que emiten gases más tóxicos que cualquier rumiante: calor, olor y devastación ambiental garantizados.Pero no, por ahora la nube que quieren regular es la de los animales. Las otras, las que salen de las bancas, siguen libres de impuestos y de filtro.Un proyecto que hizo ruido… por el costado equivocadoKlug deja su banca. Su proyecto, seguramente también.Pero quedará en la historia como uno de esos momentos donde la política argentina nos recuerda su esencia: ese punto en que alguien decide que la mejor forma de cerrar una gestión es intentando que el campo pague por lo que produce el aparato digestivo de una vaca.A veces, dicen, el humor negro lo escriben los periodistas. Mentira. A veces, el humor negro lo presenta un legislador… en forma de proyecto.