59 (Adolfo R. Gorosito, 2017) – Según informe de Diario Clarín a comienzos de febrero, la industria pesquera provoca la pérdida de 140.000 toneladas de pescado por cada jornada de actividad en el Atlántico, rozando los límites del denominado Mar Argentino. El dato surge del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), confirmado por la Asociación de Capitanes, Pilotos y Patrones de Pesca (ACPPP). En 2014 la Unión Europea implementó políticas “anti-descarte” para llevar a puerto todo el pescado capturado y lograr un mínimo de desecho, Pero no se logra cumplir con esta normativa. Lo que las empresas pesqueras buscan para exportación es básicamente langostino, merluza y calamar. Pero las redes recogen tiburones, cavalla, rayas, lenguado rubio, delfines franciscana (en peligro de extinción), estrellas de mar y lobos marinos. A esas especies se las denomina “pesca acompañante”… ¡pero son descartadas! Desde la Fundación Vida Silvestre se afirma que faltan datos concretos y trabajos científicos que evalúen el “descarte”. La Ley 24.922 de 1998 prohibe el descarte, pero esa ley jamás se cumple. Fernando Ezequiel “ Pino” Solanas (reconocido político defensor de nuestros recursos naturales) ha afirmado que el descarte de pesca está en el 30 por ciento, y agrega que en las actuales condiciones es imposible controlar lo que pasa sobre los barco pesqueros, pues actúan aproximadamente 80 inspectores frente a un promedio de 560 barcos pesqueros dotados de modernos sistemas de captura y faenado. Ciento cuarenta mil toneladas de “descarte” en una jornada a pleno de flotas pesqueras extranjeras, señalan una situación de depredación sin precedentes, y un desprecio total a las necesidades elementales de la población, pues ese descarte según el criterio empresario permitiría llegar a los niveles de menores recursos con un alimento de alto valor nutritivo. Digamos, como para cerrar nuestro capítulo de hoy… que el consumo de pescado en nuestro país equivale solamente al 5 por ciento del total de la pesca comercial. Mientras tanto… ¡Flotas pesqueras de lejanos países actúan libremente en el Atlántico, a la vera del Mar Argentino y muchas veces “más acá!.
