33 (Adolfo R. Gorosito, febrero 2020) – Permítanme exponer un caso dramático que editó “www.perfil.com”. Demuestra las posibilidades de vida, con elementos morales como la comprensión, el perdón y la amistad. Natan Grossmann y Jens-Jürgen Ventzki se conocieron en la producción de una película sobre el gueto de Lodz (Polonia). Generaron una amistad que perdura hasta hoy. Mientras uno era un bebé bien alimentado, el otro sufría hambre. – “Si hubiera tenido la oportunidad les hubiera disparado a él y a su padre. Así de enorme era el odio”, cuenta Grossmann. Fue trasladado al gueto de Lodz cuando tenía 15 años, el país ocupado por los nazis y toda su familia asesinada. – “Vivíamos en la misma ciudad. Yo era un bebé y estaba bien alimentado, pero Natan sufría un hambre atroz. Me contó historias horribles que me siguen conmoviendo hasta hoy”, cuenta Ventzki. – “Yo era un niño, decía ¡Mamá, tengo hambre!…y ella me daba su comida’, relata Grossmann. – “Yo tuve dos padres. El que conocí en mi infancia era un padre muy cariñoso. El otro padre que descubrí después fue un criminal de guerra. Todavía me resulta difícil vivir esa realidad”, asegura Jens, quien escribió un libro titulado “Sus sombras, mis imágenes”. – “Después de la guerra pensábamos que todos los alemanes eran culpables. Pensábamos vengarnos. Pero podríamos habernos vengado de gente que era inocente”, afirma Natan. Las vidas de Natan Grossmann y Jens-Jürgen Ventzki eran distintas. “Debo y puedo asumir la responsabilidad de hablar sobre ello”, dice Ventzki. / “Servimos al mismo ejército: el ejército de la verdad”, agrega Grossman.:
