EN DEFENSA DEL CABALLO

(Adolfo R. Gorosito, noviembre 2022) – Quizás sea porque transcurre el mes de la tradición nacional (justiciero homenaje a José Hernández) me conmovió la crónica sobre el caballo que tiraba de un carruaje de paseo por las calles de Nueva York, agobiado por su triste destino, tan lejos de alguna pradera redentora. Cayó en medio de una de las calles más céntricas de la gran ciudad, y centenares de neoyorkinos captaron el lamentable percance. Tal vez este triste hecho convoque a reanudar viejos proyectos  relacionados a la necesaria defensa de la fauna mundial. Sería acto de justicia y reivindicación.

            La crónica agrega detalles sobre ese servicio turístico que se ofrece a los visitantes, prestando más atención a los beneficios empresarios que a la preservación de los fieles animales, sobre los que tanto podemos hablar desde nuestra ruralia, al decir de la poeta Ñusta del Piorno. Vino a mente una de los poesías que rinden homenaje al histórico servidor, el caballo criollo, coprotagonista de nuestros héroes en memorables páginas de la historia patria.

            Aludo al poema gauchesco “El overo”, del calificado autor campero chivilcoyano Boris Eltkin,  quien compartió una luminosa época de creadores autóctonos. Describe episodios de su vida en los fue partícipe su overo preferido salvando distancias, compañero durante más de veinte años. El overo estaba agonizando y pensó que “despenarlo” sería actitud piadosa.  Pero en emocionante diálogo con su mujer así decidió su homenaje postrero: “Dejalo al pobre overo, que se muera solito allá en el bajo, que yo perdí el coraje hasta pa verlo”.

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