FALTA ALGO IMPORTANTE…

(Adolfo R. Gorosito, 2016) – Los episodios trágicos se repiten en nuestro país con frecuencia escalofriante. Crecen las estadísticas de casos de robos directos, en plena calle, en “entraderas” o “salideras”, como prefiera llamarles, con la acción de delincuentes solitarios o en grupos, aplicando el sistema “pitaña”. o “comando” o como sea.

La drogadicción se manifiesta en su faceta más siniestra, con adictos “dados vuelta”, desnudando la descompensación de importantes sectores de la sociedad. Podemos sumar casos de secuestros por diversos motivos, desde extorsión, ajuste de  cuentas o por horribles casos de violaciones y muertes. No nos quedemos con eso. Podemos agregar los  enfrentamientos de grupos en situaciones contradictorias, hasta después  de haber convocado a fiestas públicas o privadas.

Los casos de delincuentes que atacan a conductores de automóviles (sobre todo a mujeres al considerar que tienen menos recursos defensivos), y estén o no con sus hijos agreden, hieren o matan. Quedan otros dramas por mencionar, como la insania que demuestran los monstruos de este mundo y de este tiempo, no monstruos de leyenda, que cometen sus crímenes con pavorosa  indiferencia, en inaudito alarde de bestialidad.

En reciente manifestación callejera llevada a cabo en Buenos Aires, el clamor se unificaba en la exclamación más repetida: ¡NOS ESTAN MATANDO!

Más que frecuente es continua la información sobre hechos siniestros que invitan a reflexionar sobre las posibilidades de maldad. La vida, preciosa dación de la que decimos siempre que es irrepetible experiencia, es en cambio materia de desprecio para los delincuentes que corren tras  importante botín o simplemente tras  la migaja que significa un celular o una bicicleta.

Los grandes medios de difusión logran el testimonio de víctimas  o de testigos, quienes por lo general coinciden en reclamar más presencia policial y aplicación de medidas ejemplares a los culpables, que nos parece absolutamente lógico. Pero falta algo muy importante: analizar las causas de esta descomposición de parte de la sociedad. Que la Justicia no sea solamente un concepto, sino  un factor dinámico y rector, moderador de la conducta colectiva.

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