114 como una acción que promueve, reconoce y propicia la participación estudiantil, a la vez de admitir el derecho de los estudiantes de asociarse libremente con otras personas, con fines sociales, culturales, deportivos, recreativos, religiosos, políticos, laborales o de cualquier otra índole, siempre que sean de carácter lícito y de conformidad a las normas. En esta línea es dable afirmar, que posibilitar estos desarrollos, implica viabilizar procesos de fortalecimiento en la democratización en las instituciones, en la legitimidad de la representaciones y en el respeto por los derechos de la comunidad educativa. De este modo, cobra relevancia la participación estudiantil como modo de profundización de un modo democrático en la vida escolar, así como el reconocimiento de los derechos y las responsabilidades de los jóvenes entre los que se encuentra la participación activa en la comunidad educativa. Todo ello, enmarcado en una concepción que admite a nuestros estudiantes como sujetos de derecho y a sus prácticas culturales como parte constitutiva de las experiencias pedagógicas en sus trayectos educativos. Y desde la fuerte convicción que es sólo desde la participación y la organización es factible definir modos de accionar colectivos