116 (Adolfo R. Gorosito, febrero 2023) – Las maneras de aprovechar episodios de la vida cotidiana son infinitas. Tanto es así que los humoristas encuentran generoso material para sus argumentos en cada instante del día y en cualquier circunstancia. Recuerdo que en mi lejana juventud estuvo de moda la tonta diversión consistente en apretar el timbre de alguna puerta y correr hasta la próxima esquina para observar el resultado de esa broma incruenta. Pero vamos a otra índole de bromas que puede interpretarse como trampa artera y de insospechadas consecuencias. Me refiero a quienes efectúan llamadas al cuartel de bomberos voluntarios y simulan un pedido de auxilio por presunto accidente en la ruta más próxima. Algo así ocurrió en reciente madrugada y Defensa Civil actuó sin dilaciones, traducida en la participación de bomberos, ambulancia y control policial. Sin embargo nada había ocurrido, como lo comprobaron nuestros servidores públicos tras recorrer tramos de la ruta sin encontrar personas ni vehículos en emergencia. Desde algún lugar alguien habrá seguido atentamente estos movimientos, para celebrar su peligrosa diversión desde su miserable expectativa. No agregaré apreciaciones personales, porque la estúpida y cobarde actitud de ese bromista de turno merece el repudio de la gente común, que profesa simpatía y admiración hacia quienes dedican su vocación a resguardar vidas y bienes de la comunidad, sin reclamar más retribución que ese premio de valor ético y moral, que se merecen plenamente.
