68 (Adolfo R. Gorosito, febrero 2023) Somos muchos los que expresamos nuestra incertidumbre, ante el implacable incremento de los precios en general, renovado impulso de la inflación, fenómeno que algunos explican con términos técnicos pero la mayoría confirma al momento de pagar el importe de compra, siempre en ascenso, sin mayores explicaciones. Algunas veces nos hemos referido al mismo tema en esta columna, seguramente incurriendo en reiteraciones inútiles. Pero algo emerge como uno de los resortes de ese impulso inevitable: la innegable falta de control entre precios, compras y pagos ¿Quién o quiénes establecen las diferencias de los precios de góndola de una semana a la otra o de un día para otro, con directa repercusión en el bolsillo del comprador? Debemos conformarnos con el razonamiento de quienes tienen que protegernos, aludiendo a la fuerza de la “sugestión”, como alguna vez calificaron de “sensación, con referencia a la inseguridad. Seguramente a algún sector de la sociedad argentina está beneficiando esta escalada en el costo de la vida, pues se trata de un fenómeno sin solución, según parece. No se vislumbra un futuro promisorio, sino que se suman los motivos: prolongada sequía, incendios, fracaso en las cosechas, mayor o menor demanda en el consumo de carnes, discutible aplicación de “precios justos” que, por lo genera,l nunca se aplican con rigor generalizado, como las circunstancias demandan.
