32 (Adolfo R. Gorosito. Contacto: argorosito@eternet.cc) – Admiraba un video en la pantalla chica, referido a los espectaculares panoramas que ofrece la Quebrada de Humahuaca. Dos jóvenes turistas recorrían las rutas y senderos montañosos acompañados por un guía del lugar, quien explicaba en cada pausa las características de la formidable sucesión de paisajes. El guía hacía hincapié en la antigüedad del sistema cordillerano. Agregaba datos sobre restos arqueológicos y testimonios dejados sobre rocas por antiguos pobladores. Así compartía con los visitantes su respeto y admiración ante los misterios naturales. Por ejemplo… que se siguen estudiando los vestigios de las transformaciones geológicas y los signos de los ignotos pobladores o transeúntes, que dejaron pruebas de su instintivo deseo de comunicación hacia el futuro, mediante primitivos dibujos rupestres que nos hablan de geología, flora y fauna, ejerciendo innegable función de instintivos cronistas. Al final del recorrido los tres permanecían extasiados contemplando el grandioso panorama, el guía dijo algo tan simple como admirable: – “¡Que pequeño espacio ocupa el Hombre en la historia del mundo!”… Esa frase quedó brincando en mi imaginación. Lo que acababa de ver me hizo pensar en el desarrollo de otros temas, especialmente referidos al Cosmos, en relación a la existencia humana y sus conflictos sin fin ¡Qué pequeño espacio ocupa nuestra especie en la historia del mundo, y sin embargo creemos que somos reyes de la creación y nos resulta difícil respetar el derecho del prójimo, que al fin de cuentas es hermano o compañero en la escabrosa aventura vital!
