81 (Adolfo R. Gorosito, julio 2021) – Posiblemente el 9 de julio tenga más mas peso en la historia que el pronunciamiento del 25 de Mayo de 1810, porque entonces se puso de manifiesto una intención criolla: sacudir el yugo político y económico que nos mantenía sujetos al arbitrio del reino español, pero dejando un resquicio de prudencia por si los acontecimientos superaban las expectativas. Pero la proclama surgida del seno del Congreso realizado en Tucumán el 9 de julio de 1816, con la participación de diputados de las Provincias Unidas, fue rotunda y reflejo de la decisión militar y civil de los pueblos de este lado del mundo. El trajinar de la historia en torno a los acontecimientos decisivos nos demuestran que nada fue fácil. El Congreso de representantes regionales afianzó sus intenciones inmediatas,. Fue necesario sostener la llamada Guerra de la Independencia y apaciguar el interior del territorio, en el tránsito del duro camino que se orientaba hacia la Constitución Nacional aprobada en 1853. Ni entonces ni en la actualidad se ha logrado la Independencia plena, y tal vez nunca se logre totalmente, porque influyen principios de relaciones internacionales para que se prolonguen lazos políticos y comerciales y se eliminen otros, en nombre de la convivencia. Es necesario responder a litigios internos y compromisos externos mediatos e inmediatos La Independencia plena y definitiva todavía es posible, si no nos comprometemos con teorías extrañas. Antes bien, defendiendo patrimonio y recursos éticos, a los que jamás debemos renunciar.