TALA DE ARBOLES

(Adolfo R. Gorosito, 2016)Noruega se ha convertido en el primer país comprometido a poner punto final a la deforestación en todo su territorio, y – si es posible – en el mundo. El Parlamento noruego aprobó recientemente una nueva norma: “prohibir la tala de árboles, la venta y producción de cualquier materia prima que contribuya a la destrucción de los boques”.  Dicho organismo estatal  procura encontrar la manera de proporcionar algunos productos esenciales, como la carne, la soja y aceite de palma, sin afectar el ecosistema. De acuerdo con las Naciones Unidas (ONU) estos cuatro productos representan casi la mitad de la deforestación de los bosques tropicales. Noruega pone en práctica la resolución de Alemania y Gran Bretaña para promover esfuerzos significativos frente a la deforestación, firmada en la Cumbre del Clima de la ONU en 2014. No es la primera defensa del medio ambiente de parte del país escandinavo. En 2008 Noruega dio a Brasil mil millones de dólares para combatir la deforestación en la Amazonia, y la situación de peligro se ha reducido en alta proporción en recientes 7 años. Además el país está en el proceso de restricción de las ventas de coches de motor con gasolina para el año 2026. Un buena noticia. Debemos estar atentos a cómo la ponen en práctica, y no signifique “dejemos de talar nuestros bosques y vamos por los de ustedes”…

 Esta frase invita a reflexionar, porque sabemos que en los países nórdicos (Noruega, Suecia, Finlandia y Dinamarca) nadie puede derribar un árbol – ni siquiera una parte del árbol vivo – porque se le ocurra. Mucho se habló de todo esto al establecerse una planta de producción de celulosa con madera de eucalipto, en costa del Uruguay. La empresa productora es finlandesa. Lo mismo ocurre en Alemania con su  extraordinario patrimonio forestal, donde destaca la denominada “Selva Negra”,yY en muchos otros países donde se inculca  el respeto por las milenarias reservas naturales, frente a las tentaciones del progreso basado en proyectos industriales de imprevisibles consecuencias.

En la Argentina se demoran (o son solamente regionales y temporarias) las reglamentaciones sobre  tala de bosques. Deben incluir sanciones ejemplares a los transgresores, no solamente por respeto al caudal de conocimientos que nos brinda la historia, sino por elementales precauciones ante los peligros de la deforestación. Lamentablemente se pueden citar muchos ejemplos de desidia e indiferencia ante la transformación paisajista de muchas regiones de nuestro país, que influyen en variaciones climáticas de  incalculables consecuencias para la vida.

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