28 (Adolfo R. Gorosito, 2018) – El Dr. Diego Bernardini (Master en Gerontología) escribió en enero de este año: – “Las ciudades y el proceso de urbanización son tendencias que marcarán el rumbo del desarrollo de las próximas décadas. En Argentina ocho de cada diez personas vivimos en núcleos urbanos. Pero las ciudades que funcionan como polos de atracción en la búsqueda de oportunidades nos muestran otros rasgos: adultos y personas mayores viven solos. Tal situación atenta contra su felicidad. Se estima que la mitad de las personas mayores de 75 años o más – cerca de dos millones en el Reino Unido– viven solas, muchas de ellas sin relacionarse con gente durante días o semanas. En Argentina, según el Barómetro de la Deuda Social con las Personas Mayores uno de cada cuatro mayores de 75 años viven solos, el mayor porcentaje en la ciudad de Buenos Aires. En agosto 2017 la Asociación Americana de Psicología describió a la soledad como un peligro para la salud pública al mismo nivel que la epidemia global de obesidad. Se incluyeron 70 estudios que reunieron casi 3 millones y medio de personas, y se deduce que el aislamiento social, y el vivir solo tienen fuerte impacto sobre la mortalidad”. En octubre 2015 escribí “Soledad buscada” (nota 188 de esta columna) y este es el primer párrafo: “No siempre la soledad es sinónimo de situación deprimente. Puede ser especialmente beneficioso optar por la soledad como terapia para regular la actividad personal”. Doña Georgina Valdez de Lafargue, considerada la poeta mayor de Gonzales Chaves expresó en “Soledades luminosas” (1973): “Hay soledades iluminadas que reflejan la soledad que reciben”. // Creo que no debemos temer a la soledad, porque también puede significar espacio de reflexiones, reencuentro con la esencia del ser.
