22 El destino nos señala cuando nacemos. Los hombres llegan y pasan por el mundo con la marca a fuego de su sino. Se viene y se transita por la vida como exitoso, triunfador o como un anónimo. El profundo misterio de la personalidad nos divide y evidencia la dimensión de los seres humanos en su proyección humana y social. Llegar a la meta, es el objetivo de muchos jóvenes soñadores y con espíritu de aventura. Son los dotados, los que no conocen los obstáculos, porque no existen para ellos riesgos, ganan porque todo los superan al conjuro de una fuerza misteriosa que les viene del arcano dorado, con sabor a logros y victorias. «Pepito» Larroudé contagiaba y sorprendía, tenía mensaje de valiente y espíritu soñador, dominando la inquietante sublimidad del peligro. Su juventud y energía lo potenciaban a encontrar nuevas aventuras, cada día exhibiendo mentalidad triunfante y con naturaleza positiva que lo convertía en una persona fuerte en cualquier terreno. Los mismos lugares, y escenarios que se vistieron con sus glorias, hoy lloran su pena. Todos tenemos un día en que el universo nos aparta de este mundo, lo cruel es asumir esos golpes tan abruptos y dolorosos que hieren y lastiman. Se fue unos de los pibes que apuntaba a ser grande. Se cierra muy pronto un ciclo terreno de ilusiones, ¿pero que es la muerte para un chico en pleno crecimiento y con ganas de vivir? Complicado descubrir ese misterio. Vino, triunfó y se fue, ¿sólo eso quiso experimentar?Tal vez, solo su alma sabrá lo que deseaba compartir en este mundo. Quedarán perpetuados sus logros, sus experiencias y vivencias en la escuela del Karting, en el Turismo Sport 1850, en Mar y Sierras y su proyección en la categoría APAC donde estaba su corazón, como aseguró en su último tributo. Los deportes mecánicos de la comarca, los escenarios y pueblos, llorarán su nostalgia cuando no sientan la música del «400 azul», de ese trofeo de tanta gloria, hermanado a su apasionada trayectoria. Se fue luego de vivir y celebrar su último tributo, sus ilusiones eran crecer y encontrar el horizonte soñado. El camino largo, el rumbo sin final e interminable, entonará el sentido y doloroso réquiem, imposible de ganarle a la eternidad.