11 Hoy, 8 de abril, se cumplen 30 días de aquella madrugada en que Bahía Blanca se sumergió bajo el agua, pero también bajo el dolor, la desesperación y la impotencia. El recuerdo de la tormenta que azotó la ciudad no se borra con el paso del tiempo; por el contrario, se graba con fuerza en la memoria de cada vecino, de cada familia que perdió su hogar, su historia, y en algunos casos, lo más doloroso: a sus seres queridos. Las imágenes aún estremecen: calles convertidas en ríos, casas anegadas, barrios enteros incomunicados, y miles de almas tratando de salvar lo poco que el agua no arrasó. Aquella noche, la naturaleza habló con furia, y la ciudad quedó expuesta, frágil, vulnerable. A 30 días, todavía hay heridas abiertas. Hay familias que siguen sin respuestas, otras que luchan para reconstruir su vida desde cero. El barro se fue de las veredas, pero sigue presente en el alma de muchos. La ayuda llegó, sí, pero a veces no alcanza frente al peso de la pérdida. También hay historias de solidaridad que florecieron en medio del caos: vecinos que se tendieron una mano, jóvenes que salieron a asistir sin pedir nada a cambio, voluntarios que hicieron de la empatía su bandera. Porque en medio de tanto dolor, Bahía también mostró su costado más humano. Hoy no es un día cualquiera. Es un día para hacer memoria, para exigir lo que falta, para abrazar a quienes más lo necesitan. Porque lo vivido no puede ni debe repetirse. Porque cada gota caída aquella madrugada dejó una marca, y cada silencio institucional también. A 30 días de la inundación, el dolor sigue siendo una lluvia que cae por dentro. Pero también está la esperanza, esa que se levanta cada vez que alguien decide no rendirse. 🖤 Bahía Blanca, estamos con vos.
