55 (Adolfo R. Gorosito, 2017) – Uno de mis proyectos en carpeta se llamaría “Epistolario con Emilio Novas”, secuencia de cartas que cruzamos durante 25 años con mi inolvidable amigo y maestro. El término “epistolario” tal vez esté en desuso, porque epístola significa “carta”, y solo se aplica en el tratamiento de los Evangelios y otros tratados del ámbito religioso. Confío en ese proyecto porque las cartas constituyen género literario. En carta fechada en mayo de 1993 Emilio explicó sobre los términos “Anotario” y “Memorario”, que también aplicaba en sus trabajos periodísticos: – “ANOTARIO es una serie de archivos, cuadernos con índice que se acumulan al paso de años de trabajo. Ahí paso por orden alfabético cintas, palabras, nombres, referencia, significados, raíces, todo aquello que voy absorbiendo en mis lecturas, aportando al diario íntimo. MEMORARIO es una charla conmigo mismo en cada madrugada, con la complicidad de la oscuridad antes que le gane la luz del día. Hago las anotaciones con el título pertinente puesto al tema sobre el que reflexiono con perfil inédito, engarzado con el pensamiento de algún meritorio hombre de radio. Como es el caso de mi amigo Carlos Rodari (Radio del Plata) a quien escucho por las noches, cuando la radio es más significativa en el lenguaje ideal para ciegos videntes”. La palabra “emprolijando” deriva de “prolijidad”, indicando mayor prolijidad en determinada tarea. Algunos profesionales de la TV aplican frases como “acaba de empezar”, “hace unos días atrás”, “en unos segundos nada más”, entre otras redundancias. Suelo escuchar a locutores que usan el adjetivo “tremendo” para referirse a un terrible huracán que devasta países caribeños, y – sin cambiar de tono – para ponderar una torta de chocolate. Así es que estoy “emprolijando el epistolario”, que contiene interesantes conclusiones sobre temas domésticos o emocionales, que dieron carácter al último cuarto del Siglo XX.