87 (Adolfo R. Gorosito, septiembre 2022) – Recientemente leí algunas frases de Sócrates, uno de los grandes filosos de la Grecia Antigua, quien tanto ha dejado a la posteridad como normas de vida digna. Una de las más significativas expresa: “SOLO SÉ QUE NO SÉ NADA”. ¡Y lo afirmaba uno de los hombres más brillantes de la historia de la humanidad! Así de fácil resulta encontrar datos de personajes admirables, en la búsqueda que los medios tecnológicos nos permiten. No pretendo sentar cátedra de nada, sino reflejar mi asombro ante un personaje que en cada frase dejó su enseñanza para los seres humanos de todos los tiempos, incluyendo a nuestra presumida y azarosa actualidad. Es saludable recurrir de vez en cuando a entretenimientos de esta índole, pues cada opinión preclara induce a la reflexión. En esta aventura matutina intenté reflexionar de verdad sobre mis intenciones de contacto con los amables lectores, ubicarme con responsabilidad en mi modesta condición de escriba. Espero no ser demasiado pesado en esta entrega periodística, pero deseo justificar el título que parece incompleto: “LA ENVIDIA…”- ¿Qué he pretendido decir y tal vez no le he logrado? Con este título incompleto aludo a otra frase del gran Sócrates que conocía, simple y categórica frase que resiste con brillo y elocuencia al paso de los siglos: “LA ENVIDIA ES LA ÚLCERA DEL ALMA”.
