11 (Adolfo R. Gorosito, febrero 2025) – Muchas frases leídas al paso nos permiten recordar algún hecho, y citarlo sin pretensiones de plagio. Así ocurre con el título de hoy, tan solo coincidente con la obra homónima del autor teatral español Alejandro Casona, estrenada en Buenos Aires en 1949, y que constituyó un suceso cultural. Escuchando atentamente por TV un informe sobre el espectacular incendio de bosques en las provincias de Chubut y Río Negro, entre otras, la imagen de un viejo árbol carcomido por las llamas en un abrazo mortal permitió pasar a la reflexión que ese detalle inspira. Imaginé de pronto a tantos viejos árboles de aquellos y otros bosques, lentamente devorados por el implacable fuego; a centenares de viviendas de lugareños que de tal manera perdieron todo, y deben afrontar las instancias del futuro buscando rescoldos de fe y esperanza; a miles de animales de especies siempre amenazadas; al esfuerzo de bomberos y otros miles de heroicos brigadistas; al ambiente natural de aquellas importantes regiones de nuestro querido país. Mientras tanto, las investigaciones sobre las causas de los incendios danzan en orgía de dudas e incertidumbre, sospechando que los probables incendiarios se revuelquen en el miasma de sus perversas vidas.